Con la llegada del verano y las temperaturas extremas, el riesgo de incendios en comunidades de vecinos aumenta de manera alarmante. Cada año, los servicios de emergencia alertan sobre la rápida propagación de fuegos en zonas colindantes a espacios verdes, jardines o áreas forestales. Lo que empieza con una barbacoa improvisada o una colilla mal apagada puede transformarse en minutos en un desastre de grandes dimensiones.

«Una simple chispa puede poner en jaque la seguridad de toda tu comunidad»
La normativa municipal es clara: durante los meses más calurosos está prohibido encender fuegos al aire libre, incluidas barbacoas en jardines comunitarios, parcelas privadas o zonas comunes de urbanizaciones. Sin embargo, no todos los vecinos son conscientes de que estas medidas no son simples recomendaciones, sino obligaciones legales cuyo incumplimiento puede derivar en multas cuantiosas… o en consecuencias irreversibles.
En este contexto, la prevención juega un papel clave. Una comunidad responsable debe establecer protocolos de vigilancia, revisar las zonas colindantes y fomentar la colaboración entre vecinos para detectar conductas de riesgo. Además, mantener los jardines limpios, retirar restos de poda y asegurar que las áreas comunes estén libres de materiales inflamables puede marcar la diferencia entre una convivencia tranquila y una catástrofe.
La gestión desde la administración de fincas también resulta fundamental. Informar periódicamente a los propietarios sobre la normativa vigente, enviar circulares recordando la prohibición de fuegos y coordinar con los ayuntamientos campañas de concienciación son medidas necesarias para minimizar el peligro.
No se trata solo de cumplir la ley, sino de proteger vidas, viviendas y entornos naturales que pueden perderse en cuestión de segundos. El verano debe disfrutarse con seguridad, y la mejor forma de lograrlo es recordar que la responsabilidad es compartida. Porque los incendios en comunidades de vecinos no avisan: prevenirlos está en nuestras manos.